Este es un
concepto que se presta a múltiples interpretaciones en especial porque se instaura desde el momento en que un sujeto
se dirige a otro, donde se juegan una
serie de sentimientos y emociones. Todas las relaciones humanas implican una
relación transferencial, así en la
relación médico-paciente, educador-educando,
padre-hijo, etc. la transferencia está presente, y además tiene un matiz
en el que la manipulación del otro tiene un lugar importante. Pero esto que
llamo relación transferencial y que es el fundamento de toda relación
humana, al interior del dispositivo
analítico adquiere otra connotación pues implica la neutralización de toda
práctica de manipulación, como lo voy a explicar a continuación.
El concepto de transferencia en
psicoanálisis apunta no a una relación intersubjetiva entre dos: analista y analizante,
sino a una relación en la que se introduce un tercer elemento que se le
denomina como Sujeto-supuesto-Saber, donde este saber supuesto hace las veces
de un pivote. Saber supuesto en el Otro
quiere decir que el analista no debe responder desde una posición de saber,
inyectando significantes y/o significados distintos a los que el sujeto aporta
en su análisis. En La dirección de la cura, Lacan advierte a los
analistas que tuvieran cuidado con encarnar ese lugar que les es otorgado
por el sujeto en la transferencia; hay
que dejarlo vacante porque, de lo contrario, la transferencia se degrada al plano
imaginario.
El asunto es que el analista no debe, ni
puede identificarse en ese lugar de saber, pues al ubicarse allí no solo confunde su lugar con el lugar de un
orientador, sacerdote, maestro, padre sino que pierde el rumbo y empantana el
camino de acceso del analizante a su inconsciente.
Esto quiere decir que el analista tiene que estar siempre en otro
lugar diferente de aquel en el que el sujeto pretende ubicarlo: el que
corresponde al Otro de la demanda de amor.
GML Continuara…
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