Panorama entrevistó
a Lacan para hablar del psicoanálisis, de sus métodos, técnica y doctrina.
Panorama: Prof.
Lacan, se escucha hablar más y más a menudo de la crisis del
psicoanálisis: se dice que Sigmund Freud está superado, la sociedad
moderna ha descubierto que su doctrina no alcanza a comprender al hombre ni a
interpretar a fondo su relación con el ambiente, con el mundo...
Lacan: Son
historias. En primer lugar: la crisis, no existe. No está, el psicoanálisis, al
contrario, no ha alcanzado del todo sus límites. Hay aún muchas
cosas para descubrir tanto en la práctica como en la doctrina. En el
psicoanálisis no hay solución inmediata, sino solamente la larga
y paciente investigación acerca de los porqués. En segundo lugar: Freud.
¿Cómo se lo puede juzgar como superado si no lo hemos comprendido
enteramente? Lo que sabemos es que ha dado a conocer cosas totalmente
novedosas que no se habían imaginado antes de él, problemas... del inconsciente
hasta la importancia de la sexualidad, del acceso a lo simbólico al
sujetamiento a las leyes del lenguaje. Su doctrina ha puesto a la verdad en
cuestión, un asunto que concierne a cada uno personalmente. Nada que ver con
una crisis. Repito: estamos lejos de los objetivos de Freud. Es porque su
nombre ha servido para cubrir muchas cosas que ha habido desviaciones,
los epígonos no han seguido siempre fielmente el modelo, eso ha creado la
confusión. Después de su muerte en 1939, algunos de sus alumnos
pretendieron hacer el psicoanálisis de otra manera, reduciendo su enseñanza a
algunas pequeñas fórmulas banales: la técnica como rito, la práctica
reducida al tratamiento del comportamiento y, como objetivo, la readaptación
del individuo a su entorno social. Es decir, la negación de Freud, un
psicoanálisis acomodaticio, de salón. Él mismo lo había previsto. Decía
que hay tres posiciones imposibles de sostener, tres tareas imposibles:
gobernar, educar y psicoanalizar. Hoy día poco importa quien tiene
las responsabilidades de gobernar y todo el mundo se pretende educador.
En cuanto a los psicoanalistas, ¡ay!, por desgracia prosperan como
los magos y los curanderos. Proponer ayudar a las personas significa el éxito
asegurado y la clientela detrás de la puerta. El psicoanálisis es otra cosa.
Panorama: ¿Qué
exactamente?
Lacan: Lo
defino como un síntoma, revelador del malestar de la civilización en la cual
vivimos. No es ciertamente una filosofía, yo aborrezco la filosofía, hace
ya tiempo que ella no dice nada interesante. No es tampoco
una fe y tampoco me va llamarla ciencia. Digamos que es una
práctica que se ocupa de aquello que no anda, terriblemente difícil ya
que pretende introducir en la vida cotidiana al imposible y al
imaginario. Hasta ahora, ha obtenido ciertos resultados, pero no dispone aún de
reglas y se presta a toda suerte de equívocos. No hay que olvidar
que se trata de algo totalmente nuevo, tanto sea en relación a la
medicina, o a la psicología o a las ciencias afines. Es asimismo muy joven.
Freud murió apenas hace 35 años. Su primer libro, “La interpretación de
los sueños” fue publicado en 1900 y con muy poco éxito. Creo que fueron
vendidos unos 300 ejemplares en aquellos años. Tenía pocos alumnos que
pasaban por locos y ellos mismos no estaban de acuerdo acerca de la
manera de poner en práctica y de interpretar aquello que habían
adquirido.
Panorama: ¿Qué
es lo que no anda en el hombre hoy en día?
Lacan: Hay
una gran fatiga de vivir como resultado de la carrera hacia el progreso.
Se espera del psicoanálisis que descubra hasta dónde se puede llegar
arrastrando esa fatiga, ese malestar de la vida.
Panorama: ¿Qué
es lo que empuja a la gente a analizarse?
Lacan: El
miedo. Cuando al hombre le llegan las cosas, incluso las cosas que ha querido,
que no comprende, tiene miedo. Sufre de no comprender y poco a poco entra en un
estado de pánico. Es la neurosis. En la neurosis histérica el cuerpo deviene
enfermo del miedo de estar enfermo sin estarlo realmente. En la neurosis
obsesiva el miedo pone cosas bizarras en la cabeza... pensamientos que no
se pueden controlar, fobias en las cuales formas y objetos adquieren
significaciones diversas y espantosas.
Panorama: ¿Por
ejemplo?
Lacan: El
neurótico llega a sentirse empujado por una necesidad espantosa de
tener que verificar docenas de veces si la canilla está
cerrada de verdad o si tal cosa está bien en su lugar, sabiendo con
certeza que la canilla está como debe estar y que la cosa está en su
lugar. No hay pastilla que cure eso. Tú debes descubrir por qué eso
te llega y saber lo que eso significa.
Panorama: ¿Y
el tratamiento?
Lacan: El
neurótico es un enfermo que se trata con la palabra, sobre todo con la
suya. Debe hablar, contar, explicar él mismo. Freud lo define así: “asunción de
la parte del sujeto de su propia historia, en la medida en que ella está
constituida por la palabra dirigida a otro”. El psicoanalista no tiene más
remedio que ser el rey de la palabra. Freud explicaba que el inconsciente
no es tanto profundo sino más bien que es inaccesible a la
profundización consciente. Y decía también que en ese inconsciente
“ello habla”: un sujeto en el sujeto trascendiendo al sujeto. La palabra es
la gran fuerza del psicoanálisis.
Panorama: ¿Palabra
de quien? ¿Del enfermo o del analista?
Lacan: En
el psicoanálisis, los términos “enfermo, médico, medicina” no son exactos, no
son utilizados. Incluso las fórmulas pasivas que son utilizadas habitualmente
no son justas. Se dice “hacerse psicoanalizar”. Es falso. Aquel que hace
el trabajo en análisis es aquel que habla, el sujeto analizante mismo si él lo
hace según el modelo sugerido por el analista que le indica cómo proceder
y lo ayuda con sus intervenciones. Las interpretaciones que les son
proporcionadas parecen dar sentido en un primer abordaje a aquello que el
analizante dice. En realidad la interpretación es más sutil, tiende a borrar el
sentido de las cosas por las cuales el sujeto sufre. El objetivo es el de
mostrarle a través de su propio relato que su síntoma, digamos la enfermedad,
no está en relación con nada, que está desanudada de todo sentido.
Incluso, si en apariencia es real, él no existe. Las vías por las cuales esta
acción de la palabra procede pide mucha práctica y una paciencia
infinita. La paciencia y la ponderación son los instrumentos del psicoanálisis.
La técnica consiste en saber ponderar la ayuda que se le da al
analizante; es por esto que el psicoanálisis es difícil.
Panorama: Cuando
se habla de Jacques Lacan, se asocia inevitablemente ese nombre a una fórmula:
“el retorno a Freud”. ¿Qué significa eso?
Lacan: Exactamente
eso que es dicho. El psicoanálisis es Freud. Si se quiere hacer
psicoanálisis, hay que referirse a Freud, en sus términos, en sus definiciones,
leídas e interpretadas en su sentido literal. He fundado en París una escuela
freudiana justamente para eso. Hace 20 años o más que vengo
explicando mi punto de vista: el retorno a Freud simplemente significa
despejar el campo de las desviaciones y de los equívocos, de las fenomenología
existenciales por ejemplo tanto como del formulismo institucional de las
sociedades analíticas, retomando la lectura de su enseñanza según los
principios definidos y catalogados en su trabajo. Releer Freud quiere decir
solamente releer Freud. Aquel que no hace esto en psicoanálisis, utiliza
formas abusivas.
Panorama: Pero
Freud es difícil. Y Lacan, dicen, lo torna incomprensible. Se le reprocha a
Lacan hablar y sobre todo escribir de tal manera que solamente aquellos
iniciados pueden esperar comprender.
Lacan: Lo
sé, tengo la reputación de ser un oscuro que esconde su pensamiento en
nubes de humo. Yo me pregunto el porqué. A propósito del análisis, respeto
conjuntamente con Freud que sea “el juego intersubjetivo a través del
cual la verdad entre en el real”. ¿No está claro? Pero el psicoanálisis no es
una cosa simple. Mis libros tienen reputación de incomprensibles. ¿Pero
por quién? No los he escrito para todos, para que sean comprendidos por todos.
Al contrario, no me he preocupado ni un instante de complacer a algunos
lectores. Tengo cosas para decir y las digo. Me es suficiente tener un
público que lee, y si no comprende, paciencia. En cuanto al número de
lectores, tengo más chance que Freud. Mis libros son muy leídos; estoy
asombrado por eso. Estoy convencido que dentro de 10 años
como máximo, quien me lea me encontrará transparente como una buena jarra
de cerveza. Es posible que entonces se diga: ¡ese Lacan, es banal!
Panorama: ¿Cuáles
son las características del lacanismo?
Lacan: Es
un poco apresurado decirlo ya que el lacanismo no existe aún. Se percibe
apenas un olor, como un presentimiento. Sea lo que sea, Lacan es un señor
que practica el psicoanálisis hace 40 años y que estudia desde hace más
tiempo. Creo en el estructuralismo y en la ciencia del lenguaje. He escrito en
uno de mis libros que “ aquello a lo cual nos devuelve el descubrimiento
de Freud es a la importancia del orden en el cual hemos entrado, en el que
somos, si se puede decir, nacidos por segunda vez, saliendo del
estado llamado justamente infans, sin palabra”. El orden simbólico sobre
el cual Freud ha fundado su descubrimiento está constituido por el lenguaje,
como momento del discurso concreto universal. Es el mundo de las palabras
que creó el mundo de las cosas, inicialmente confusas en el devenir del
todo. Solamente las palabras dan un sentido cabal a la esencia de las
cosas. Sin las palabras, nada existiría. ¿Cuál sería el placer sin el
intermediario de la palabra? Mi idea es que Freud al enunciar en sus
primera obras (“La interpretación de los sueños”, “Mas allá del principio del
placer”, “Tótem y tabú”) las leyes del inconsciente formuló, como precursor de
su tiempo, las teorías con las cuales algunos años mas tarde Ferdinand de
Saussure abrió el camino de la lingüística moderna.
Panorama: ¿Y
el pensamiento puro?
Lacan:
Sometido, como todo el resto, a las leyes del lenguaje, solamente las palabras
pueden introducir y darle consistencia. Sin el lenguaje, la humanidad no daría
un paso hacia el frente en las investigaciones acerca del pensamiento.
Del mismo modo para el psicoanálisis. Sea cual sea la función que quisiéramos
atribuirle, agente de cura, de formación o de sondeo, no hay mas que un medium
del que se sirve : la palabra del paciente. Y cada palabra pide
respuesta.
Panorama: ¿El
análisis como diálogo? Hay gente que lo interpretan sobretodo como un
sucedáneo laico de la confesión...
Lacan:
¿Pero qué confesión? Al psicoanalista no se le confiesa nada. Se va a decirle
simplemente todo lo que se le pasa por la cabeza. Palabras precisamente.
El descubrimiento del psicoanálisis, es el del hombre como animal parlante. Es
asunto del analista el poner en serie las palabras que escucha y de darle
un sentido, una significación. Para realizar un buen análisis, hace falta un
acuerdo, una afinidad entre el analizante y el analista. A través de las
palabras de uno, el otro busca hacerse una idea de lo que se trata y a
encontrar mas allá del síntoma aparente, el difícil nudo de la verdad.
Otra función del analista es la de explicar el sentido de las palabras para
hacer comprender al paciente acerca de lo que puede esperar del
análisis.
Panorama: Entonces
es una relación de una extrema confianza.
Lacan: Sobre
todo un intercambio, en el cual lo importante es que uno habla y el otro
escucha. Aún en silencio. El analista no plantea preguntas y no tiene ideas. Da
solamente las respuestas que hace falta dar a las preguntas que suscitan sus
buenas ganas. Pero a fin de cuentas , el analizante va siempre a
donde el analista lo lleva.
Panorama: Eso
es la cura. ¿Y acerca de las posibilidades de curación? ¿Se sale de la
neurosis?
Lacan:
El psicoanálisis tiene éxito cuando vacía el campo tanto del
síntoma como del real, y así llega a la verdad.
Panorama: ¿
Podría explicarme ese concepto de una manera menos lacaniana?
Lacan: Yo
llamo síntoma a todo aquello que viene del real. Y el real es todo
aquello que no anda, que no funciona, eso que hace obstáculo a la vida del
hombre y a la afirmación de su personalidad. El real vuelve siempre al mismo
lugar, se lo encuentra siempre allí con las mismas manifestaciones. Los
científicos disponen de una bella fórmula: que no hay nada de imposible
en el real. Hace falta ser un caradura para hacer afirmaciones de ese
género, o bien como yo lo sospecho, una ignorancia total acerca de lo que se
hace y de lo que se dice. El real y el imposible son
antitéticos; no pueden estar juntos. El análisis empuja al sujeto hacia
el imposible, le sugiere considerar el mundo como es verdaderamente, es
decir imaginario y sin ningún sentido. Mientras que el real, como un
pájaro voraz , no hace otra cosa que nutrirse de cosas sensatas, de
acciones que tienen un sentido. Se escucha siempre repetir que hay
que darle un sentido a esto o a aquello, a sus propios pensamientos, a sus
propias aspiraciones, a los deseos, al sexo, a la vida. Pero de la vida
no sabemos nada de nada, cómo se sofocan los científicos por
explicar. Mi miedo es que por culpa de ellos, el real, cosa
monstruosa que no existe, termine tomando la delantera. La ciencia está
en tren de sustituir a la religión, con otro tanto de despotismo,
de oscuridad y de oscurantismo. Hay un dios átomo, un dios espacio, etc. Si la
ciencia o la religión lo logran, el psicoanálisis está acabado.
Panorama:¿Qué
relación guardan entre sí hoy día la ciencia y el psicoanálisis?
Lacan: Para
mí la única ciencia verdadera, seria para seguir es la ciencia ficción. La
otra, aquella que es oficial, que tiene sus altares en los
laboratorios, avanza a tientas y a locas y comienza a tener
miedo de su sombra. Pareciera que a los científicos también les llegó el
momento de angustia. En sus laboratorios asépticos revestidos de sus
guardapolvos almidonados, esos viejos niños que juegan con cosas
desconocidas, manipulando aparatos siempre más complicados e inventando fórmulas
siempre más oscuras, comienzan a preguntarse qué es lo que podrá
sobrevenir mañana y qué terminarán aportando sus investigaciones siempre
novedosas. En fin, digo. ¿Y si es demasiado tarde? Se llamen biólogos,
físicos, químicos, para mí están locos. Solamente por el momento,
mientras están en vías de destruir el universo, les viene al espíritu
preguntarse si por azar eso que hacen no sería peligroso. ¿Y si todo
saltara? ¿ Y si las bacterias tan amorosamente elevadas en los blancos
laboratorios se trasmutasen en enemigos mortales? ¿Y si el mundo
fuera barrido por una horda de esas bacterias con todo lo merdoso
que lo habita, comenzando por los científicos de los laboratorios? Hay
tres posiciones imposibles dichas por Freud: gobernar, educar y
psicoanalizar. Agregaría una cuarta: la ciencia. Tan cerca como las
demás, los científicos no saben que están en una
posición insostenible.
Panorama: Es
una definición bastante pesimista de aquello que comúnmente se llama
progreso.
Lacan:
Para nada, no soy para nada pesimista. No llegará a nada, por la simple razón
de que el hombre es un bueno para nada, incapaz de destruirse a sí mismo.
Una calamidad total promovida por el hombre, eso lo encontraría personalmente
maravilloso. Sería la prueba de que finalmente ha logrado fabricar alguna cosa
con sus manos, con su cabeza, sin intervención divina , natural o de otra
especie. Todas esas bellas bacterias bien nutridas que se pasean por el
mundo, como las langostas bíblicas, significarían el triunfo del
hombre. Pero eso no llegará jamás. La ciencia tiene su buena crisis
de responsabilidad. Todo reentrará en el orden de las cosas, como se
dice. Lo he dicho, el real tendrá la superioridad como
siempre y nosotros estaremos jodidos como siempre.
Panorama: Otra
de las paradojas de Jacques Lacan. Nos lanza no solamente la dificultad
del lenguaje y la obscuridad de los conceptos, los juegos de palabras, los
divertimentos lingüísticos, los acertijos a la francesa y precisamente las
paradojas. Aquel que lo escucha o lo lee debe de sentirse desorientado.
Lacan: No
agrado del todo, digo las cosas muy seriamente. Salvo que utilice
las palabras como lo los científicos, de los que hablamos antes, utilizan sus
alambiques y sus gadgets electrónicos. Busco siempre referirme a la
experiencia del psicoanálisis.
Panorama: Usted
dijo: el real no existe. Pero el hombre medio sabe que el real es el
mundo, todo aquello que lo rodea, lo que se ve ante el ojo desnudo, se
toca, es ...
Lacan: De
entrada rechacemos a este hombre medio que , él, para comenzar no
existe, es solamente una ficción estadística, existen los individuos y eso es
todo. Cuando escucho hablar del hombre de la calle, de los sondeos, de los
fenómenos de masa o de cosas parecidas, pienso en todos los pacientes que he
visto pasar sobre el diván de mi consultorio en cuarenta años de escucha. No
hay uno solo que sea parecido a otro, ninguno con la misma fobia, la misma
angustia, la misma manera de relatar, el mismo miedo de no entender. El hombre
medio, ¿quien es ? ¿Yo, usted, nosotros, mi conserje, el presidente de la
república ?
Panorama: Hablamos
del real, del mundo que todos vemos ...
Lacan:
Precisamente. La diferencia entre el real, a saber, eso que no va y el
simbólico y el imaginario, a saber, la verdad, es que el real es el mundo. Para
constatar que el mundo no existe, que no es, hace falta pensar en todas las
cosas banales que una infinidad de gente estúpida creen que es el mundo.
E invito a los amigos de Panorama, antes de acusarme de paradoja, a
reflexionar acerca de lo que acaban de leer.
Panorama: Siempre
más pesimista se diría...
Lacan: No
es cierto. No me coloco entre los alarmistas ni entre los angustiados.
Estupendo si un psicoanalista no ha dejado atrás su estado de la angustia.
Es cierto, hay alrededor de nosotros cosas horripilantes y devorantes,
como es la televisión, por la cual la mayoría de nosotros se
encuentra regularmente fagocitado. Pero es únicamente porque las personas
se dejan fagocitar que llega a inventarse un interés para
aquellos que los ven. Luego hay otros gadgets monstruosos tan
devorantes, los cohetes en la luna, las investigaciones en el fondo del
mar, etc, cosas que devoran, pero no hay de qué hacer un drama.
Estoy seguro que cuando hayamos tenido los cohetes, la televisión y todas las
otras malditas investigaciones para la vida, encontraremos
otras cosas para ocuparnos. Hay una reviviscencia de la religión ¿no? ¿Y
que mejor monstruo devorante que la religión, una feria continua con la
cual entretenerse durante siglos como ya ha sido demostrado? Mi respuesta a
todo ello es que el hombre siempre supo adaptarse al mal. El solo real
concebible al que tenemos acceso es precisamente este y hay que
darse una razón. Dar un sentido a las cosas como se dice. De otro modo el
hombre no tendría angustia. Freud no habría devenido célebre y yo no
sería profesor del colegio.
Panorama: Las
angustias , ¿son todas ellas siempre de ese tipo o bien hay
angustias ligadas a ciertas condiciones sociales, a ciertas etapas históricas,
a ciertas latitudes?
Lacan: La
angustia del científico que tiene miedo de sus propios descubrimientos
puede parecer reciente, pero ¿qué sabemos nosotros de aquello
que les llegó en otras épocas, de los dramas de otros
investigadores? La angustia del obrero remachado a la cadena de
montaje como al remo de una galera, esa es la angustia de hoy día. ¿
O mas simplemente está ligada a las definiciones y a las palabras
de hoy?
Panorama: Pero
¿qué es la angustia para el psicoanálisis?
Lacan: Algo
que se sitúa en el exterior de nuestro cuerpo, un miedo, un miedo de nada mas
que del cuerpo - comprometido el espíritu -pueda motivar. En suma, el miedo del
miedo. Mucho de esos miedos, mucha de esas angustias, al nivel donde lo
percibimos, tienen alguna cosa que ver con el sexo. Freud decía que
la sexualidad para el animal parlante que se llama el hombre, no tiene ni
remedio ni esperanza. Uno de los deberes del analista es el de encontrar
en las palabras del paciente el nudo entre la angustia y el sexo, ese gran
desconocido.
Panorama: Ahora
que se coloca al sexo en todas las salsas, sexo en el cine, en el teatro,
en la televisión, en los diarios, en las canciones, en la playa, se oye
decir que la gente está menos angustiada concerniente a los problemas
ligados a la esfera sexual. Los tabúes han caído, se dice, el sexo ya no
da miedo ...
Lacan: La
sexomanía galopante es solamente un fenómeno publicitario. El psicoanálisis es
una cosa seria que comporta , y lo repito, una relación estrictamente
personal entre dos individuos: el sujeto y el analista. No existe psicoanálisis
colectivo, como no existe angustias o neurosis de masas. Que el sexo sea puesto
a la orden del día y expuesto en todos los rincones de las calles,
tratado de la misma manera que no importa cual detergente en los
carruseles televisivos, no constituye absolutamente promesa alguna de
beneficio. No digo que esté mal. Ciertamente, eso no sirve para asistir a
las angustias y a los problemas singulares. Eso forma parte del mundo, de
esa falsa liberación que nos es proporcionada como un bien acordado desde
lo alto por la susodicha sociedad permisiva. Pero eso no
sirve al nivel del psicoanálisis.

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